He de declarar antes de nada mis férreos principios liberales. No obstante, me gusta estar continuamente planteándome las cosas, y hoy le ha tocado a mi propia forma de ver el mundo.
Para ello, nos vamos a imaginar un estado mínimo de derecho. Existe un marco legal, es decir, una constitución, un código civil, un código penal, etc, etc etc. Imaginemos que ese estado carece de un sistema educativo público, de un sistema sanitario y de seguridad social, y que sólo posee el poder judicial público. Es decir, un estado mínimo o minarquista.
Bien, a primera vista el contribuyente no tiene que pagar por la educación ni la sanidad, pero no recibe ni cobertura sanitaria ni educativa. Si no tiene el dinero necesario para poder pagarlas, se morirá pobre y sin educación. No obstante, al no existir impuestos para sufragar lo que cuesta un sistema educativo público, si tiene un salario, puede pagar el equivalente privado de ambos.
El problema subyace ahí. Los costes de un sistema educativo no son fácilmente asumibles si tenemos en cuenta que hay que pagar un colegio, los profesores, y otros gastos fijos. Esto, evidentemente, haría que surgiesen colegios más baratos, pero que por ello, no serían de tanta calidad como otros en los que sí hay que pagar más. Esto acrecenta diferencias entre los que tienen un elevado poder adquisitivo y los que no.
Lo mismo pasa con el sistema sanitario y de seguridad social. Como actualmente, hay seguros mejores y peores. Depende de la pasta que tengas. Y evidentemente, dependiendo de tu salario, tú elegirías qué cantidad aportas a tu jubilación o a tu despido, porque evidentemente, el despido sería libre.
A la conclusión que llego es esta: Nada es gratis.
¡A buenas horas, mangas verdes, llegas a esa conclusión! No es por eso, de verdad. Paráos a pensar que todos aquellos que claman por un mundo sin impuestos realmente no se dan cuenta que igualmente un servicio privado hay que pagarlo. Ese servicio privado, por el hecho de simplemente serlo, puede ser más barato o más caro en función del servicio que dé. Estamos hablando de un sector como la sanidad, que tiene un coste elevadísimo, que si supiésemos lo que cuesta una operación no podríamos pagarla ni aun pagando casi 5000 euros anuales (que más bien serían un seguro). Y con la educación, igual.
Pero no todo es negativo. La competencia surgida del negocio haría que los precios bajasen y las empresas ofreciesen un servicio cada vez más barato, pero la pregunta es… ¿sería sostenible?
Las preguntas que a mí me surgen:
¿Es sostenible un sistema sanitario? Parece que sí, existen una enorme cantidad de centros privados que viven de empresas de seguros tales como Sanitas, Adeslas, Cigna, etc. Y también parece que un sistema privado también es sostenible, existen innumerables colegios privados.
Ahora, ¿serían sostenibles sin un sector público? ¿Es el sector público sostenible? ¿Es sostenible y viable un estado del bienestar en España?